(La Virgen de las rocas. Detalle.).Leonardo
Da Vinci.
Las personas necesitadas de cuidados
especiales, a quienes con afecto llamo "compañeros",
suelen tener ciertas anomalías en su configuración física y vital,
(innatas o adquiridas), que al ser permeadas por las fuerzas sutiles
de lo que llamaríamos su cuerpo anímico y de su Yo
como organización, determinan anomalías posturales, de conciencia
de su ser y estar en el mundo, de su pensar, de sus sentimientos y de
su voluntad.
Aclaro que no me refiero aquí, a las
personas con minusvalía física que conservan una apropiada
capacidad de pensar, sentir y actuar.
En cierta forma, esta "estructura
rota", deviene en la falta o alteración de una constitución
física y anímica adecuada para percibir el mundo exterior, ( y eso
lo incluye a él como individualidad que percibe su propio cuerpo),
impidiéndole aprovechar los contenidos pedagógicos habituales,
diseñados para personas consideradas dentro de límites de
"normalidad".
Podemos describir al despertar de las
Personas Especiales como aquel en el que su cuerpo, como
organismo en reposo e inconciencia, no acaba por ser abordado
y permeado por un adecuado regreso de su conciencia, la que
procede de la natural intervención de su organismo superior.
Nótese que no especifico aquí que lo
superior esté literalmente arriba, sino que el concepto quiere
denotar que es aquella facultad de gobierno que procede de una
jerarquía exclusivamente propia del Hombre, cuyo
pensar lo vuelve capaz de dominar su organismo
inferior, aquel que presenta facultades que compartimos con el
mundo animal.
Cuando esta jerarquía no es capaz de
"señorear en la corporalidad anímica" de la manera
adecuada, impulsos e instintos son llevados a la acción por un actor
que no ha sido capaz de definir un pensamiento claro.
Es común que en conductismo esas
fuerzas sean llevadas a lo contrario, hacia lo que deberían hacer,
conformando al mundo en sus frutos esperados. Así las cosas, logran
que el compañero, (cuyo cuerpo anímico es la
jerarquía que ha tomado las riendas que su Yo, como
organización, no ha sido capaz de tomar), responda como reacción a
un estímulo externo, nacido de otra voluntad, y que se habituará a
responder de modo polar.
Volvemos a preguntarnos por el origen de
aquellas fuerzas, y decimos que proceden de una anárquica
disposición espiritual que se desarrolla de modo acéfalo,
instintual; y desde esa naturaleza, habrán de desplegarse en el
ámbito que denominamos Organismo inferior o metabólico-motor, en
donde se asienta una esencial facultad del alma: la voluntad.
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