En el trabajo con personas con necesidades especiales se han subestimado por demás sus capacidades de percepción y el aprovechamiento de los contenidos pedagógicos. No es extraño encontrar que aquellos que consideran los impedimentos como un límite, se resignen a un acompañamiento de lo que no tiene remedio. Quienes estudiamos y trabajamos en Pedagogía curativa y Terapia social sostenemos que las posibilidades de superación inherentes a todo ser humano están ahí para ser ejercitadas.
miércoles, marzo 21, 2007
Mano espiritual
Cuando alguien cae al vacío, tiene un primer impulso de tomarse de algo o alguien de más arriba para ser salvado. Quizás sea un acto reflejo que acompaña al Ser humano durante toda la vida.
Si nuestra vitalidad decae, la ley de gravedad se hace sentir en la inercia física. Corporalmente se percibe como un abandono de fuerzas más sutiles que la fuerza física, aquellas que al permearnos, nos yerguen en nuestro interior y equilibran y armonizan con el mundo exterior.
Y cuando caemos...la primera actitud defensiva es la de no sufrir la caída. A menudo el Yo parece salirse de sí mismo, como si dijera: "no me está pasando a mí!" o "no quisiera estar en este cuerpo cuando esto acabe!...bueno, lo cierto es que de hecho seguiremos cayendo, aunque con menor conciencia del hecho, paso previo a la anestesia: no sentir, para no sufrir.
El anhelo de aferrarse a una mano que lo sostenga, me remite a la imagen de una mano espiritual. Ella parece haber estado allí desde siempre, pero sólo en la caída nos vemos llamados a estrecharla.
Así, las crisis son valiosos procesos de cercanía con la mano.
¿Por qué ocurrirá que una vez salvado de la caída, el hombre se atribuye la exclusiva autoría de la hazaña?
Para quien quiera verlo, la Vida, como la Rosa, se explica a sí misma, y revela sus misterios sólo cuando las almas se abren a lo espiritual que vive en ellos.
Quizás, la mayoría de los hombres no tengan la memoria suficiente como para tenerlo en cuenta la próxima vez...
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