Jesus entre los Doctores.
A. Durero. Año 1.506.
Quizás en estos días se cumplan 500 años de esta obra de Durero. Su vigencia es notable.
Podemos ver en el centro a Jesús con las manos al frente y con su índice derecho señalando su pulgar izquierdo. Contrasta la delicada belleza de sus manos junto a las gruesas y reumáticas manos del Doctor situado a su izquierda.
El gesto de Jesús parece indicar el uno, como referencia espiritual acerca de la unidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y quizás como expresión de aquello que los Doctores de la Ley deberían considerar como el común origen y destino de todos los hombres.
Las manos del Doctor, en cambio, expresan disparidad, y el desalineamento de sus dedos, sugiere extravío, tanto existencial como discursivo. Estas se ven más sólidas, nudillosas, escleróticas; uno diría que más terrenales, como si en su crecimiento se hubieran engrosado desmesuradamente; quizá su dureza exprese el resultado de un cuerpo físico que no ha sido permeado por el delicado fluír de fuerzas espirituales superiores.
Pese a lo central de su ubicación en la obra, y a que contrasta su infinita bondad por el grotesco de este personaje, nadie en la obra parece advertir visualmente la presencia de Jesús. Más bien, cada uno parece perturbado y en un retraimiento defensivo, identificados con y por antiguas escrituras que sentirían cuestionadas por el discurso de este niño de apenas 12 años. Aunque en el Evangelio se cuenta que ..."todos los que le oían se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas", Durero ofrece un matíz de cierto desafío por el discurso Nuevo del joven Jesús.
Doctos hombres viejos parecen urgar en las escrituras del Viejo tiempo, las relaciones entre aquellas raíces ancladas en sus libros y este fruto de un árbol cuyas raíces no parecen ser de este mundo.
En el margen derecho, vemos un rostro que expresa astucia, suspicacia y vileza. Su naríz, torcida hacia el mismo lado que mira, sugiere una manera también torcida de lo que ve. Personaje que en la historia de la humanidad revela al omnipresente poder reaccionario, siempre dispuesto a conspirar desde las sombras. Poder destructivo y disolvente que ya nunca se apartará de la vida de Jesús, ni de los hombres fieles a su legado espiritual, hasta hoy.
2 comentarios:
aoristo ha hecho un nuevo comentario en la entrada "Jesús entre los Doctores.":
Me gustaría hacer un comentario sobre éste cuadro.
La verdad es que siempre me ha llamado la atención ese grupo de cuatro manos tan juntas que ocupan el centro del cuadro. Aunque se han dado distintas interpretaciones, a mi modo de ver ninguna justifica suficientemente tanto protagonismo dentro del cuadro ni lo forzado de alguno de los gestos.
Finalmente, después de mucho mirarlas he llegado a la conclusión de que las cuatro manos están ahí apelotonadas formando una calavera.
No es que sea demasiado evidente, pero yo creo que es intencionado. De ser así creo que justificaría mejor ese lugar tan destacado, como si el autor invitara al espectador a mirar un poco más allá.
La posición del dedo índice de la mano derecha del rabino, junto con el hecho de que el dedo pulgar de la misma mano no sobresalga lo más mínimo, parecen marcar de forma intencionada la forma del cráneo. También el dedo meñique de la mano izquierda toma una posición forzada para contribuir a dar forma a la calavera. Con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda de Jesús y el índice de su mano derecha se daría forma a la cuenca del ojo.
Este tipo de trucos o juegos tampoco sería tan extraño. Pintores como Leonardo, Pieter Bruegel el Viejo o Baldung Grien gustaban de esconder detalles en sus cuadros, con significados que no estaban a la vista de todos.
El caso más parecido que se me ocurre es el trampantojo de la calavera que Hans Holbein el Joven pintaría años más tarde en su cuadro de Los embajadores. He de decir que ésta me gusta más, la de Holbein siempre he pensado que estropeaba el cuadro.
Me gustaría conocer alguna opinión.
Gracias por enriquecer la imagen con tu comentario. Toda gran obra posee la virtud de sugerir antes que mostrar.
Saludos aoristo.
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