Madre.
Cuando caminaba por tu suelo,
Su delicadeza me demostraba cuán tosco era yo al pisarlo.
Cuando sentía la fragancia de tu jardín,
El me decía: ¿dónde está el tuyo?
Cuando giraba mi cabeza para verte, sólo sabía que el movimiento
Me llevaba de regreso a tí.
Si te miraba,
Era por que volvía a tí.
Cuando la fe me abandona, mi mirada sube sola en busca de tus señales.
Cuando recupero la fe, soy Hombre otra vez y puedo ver que aquellas nubes
Son una cabeza que sonríe,
Aquella otra, ensimismada, expresa compasión por mi candidez,
Y esas manchas blanquísimas
Se vuelven alas,
Y frente a ellas, dos manos
Quieren estrecharse con las mías.