sábado, abril 07, 2007

Conducir.


"Pregunté: ¿Quién es el guía para conducirme al Amigo?
El respondió: "Es de tí el dar el primer paso, y es de nosotros el conducirte"
(Rumi).

De tal manera, sabremos que las fuerzas habrán de ser conducidas a la realización de lo cabalmente pensado.
Nunca actuaremos por represión o contradicción de las mismas para nuestro beneplácito. La actitud de maestro-guía y compañero de experiencia, intenta ser conductora y catalizadora a la vez.
Conducir, sí, pero partiendo desde la natural y habitual disposición anómala del compañero. Nunca lo haremos "de novo", desde nuestro punto de vista de lo correcto, sino que partiremos desde su "lugar". Ese será el punto de inicio de nuestro trabajo.
Debe comenzar por actuar siendo él mismo en su propio y conocido terreno.
Si ocurriera que, llevado por su trabajo, surgiera en él la sensación de "atolladero", lo ayudaremos sutilmente a advertir que puede salir de él, sin reaccionar con la huída, sino, mejorando su trabajo, abriendo espacios, creando variantes y matices. Al notar los cambios, procuraremos estar alertas a aquello que surja como vivo interés y entusiasmo, por efímero que sea.
Estaremos presenciando de qué manera su organismo (físico-anímico) superior, se ve interesado por encontrarse con el inferior. Y cómo este encuentro suele resultar en la vivencia de la alegría. A mi parecer, me siento testigo de una adecuada sujeción de las riendas por parte de su Yo, que, a modo de jinete, domina y se sirve de su propio caballo, alcanzando con la conciencia a los habitualmente remotos sitios de su cuerpo anímico, a su vitalidad y motricidad.
La vivencia genuina de este sentimiento, es evidente que no obedece a una respuesta de mero control sobre su organismo inferior, sino que es la consecuencia de la fluidez de su trabajo y del obrar en libertad, influyendo en el mundo con recursos que él mismo ha sabido o podido plasmar.
Nuestra percepción de lo singular que está sucediendo ahí, nos envuelve en una amigable cercanía que sucita poderosas y a la vez sutiles fuerzas de alineamiento del " jinete presto a apropiarse de su caballo".
Si nuesto afán por ser curativos, es perseverante, promoveremos en nuestra actitud diaria un gesto de coherencia que propiciará las condiciones de una normal constitución anímico-espiritual.
Ingresaremos entonces delicadamente en su trabajo, conduciendo desde lo oscuro y caótico, hacia lo luminoso y con sentido; sin dejar de considerar que son "sus" fuerzas más sutiles las que el trabajo ha reclamado.
La situación de trabajo propuesta por el Maestro, sugiere, incita, reclama.
El organismo superior, es sugerido, incitado y reclamado por el trabajo. Así, el contenido que vive en su conciencia, pugnará por verterse en un proceso dinámico que ha de plasmarse con una forma adecuada a las condiciones objetivas del mundo exterior.
Lo que suceda ahí afuera, para quien quiera verlo, habrá de ocurrir ahí adentro, en su alma.
Este proceso, que ha nacido como unilateral, deviene en multidimensional,
y somos incluidos en el trabajo,
y al mismo tiempo lo incluimos a él
a modo de una delicada envoltura.
Estos procesos de unificación, de elevado alcance curativo, son la cabal expresión de lo que un acompañante terapéutico o Pedagogo curativo debe desarrollar en sí mismo para su servicio y lo que lo define como tal.