(Cabezas). Dibujo de Leonardo Da Vinci.
"Valor, rectitud y
modestia verdadera e interna".(*)
Estas eran las cualidades que el Dr.
Rudolf Steiner consideraba como bases morales imprescindibles
para el avance y salvaguarda de un movimiento espiritual.
"Vanidad, Mentira y
Ambición son dañinas en las relaciones humanas habituales,
pero se convierten en destructoras y perturbadoras cuando aparecen en
un movimiento espiritual".
Ante la pregunta: ¿Cómo protegerse de algo
así?
El Dr Steiner respondió una vez:
"Si uno aspira con todas las fuerzas a
liberarse de la Vanidad, la Ambición y la Mentira,
significará conservar la propia salud anímica y espiritual y el
cuidado de la moralidad del movimiento".
La megalomanía, en su carácter de
tenaz destructora de humildes buscadores, se muestra aún más
contradictoria en los ámbitos de trabajo pedagógico y médico.
Cruel facultad la de quienes se sirven de ciertos conocimientos para
la manipulación y prestidigitación de seres en necesidad de
evolución anímica y espiritual.
La mentira, como elemento de
difamación de quienes no adscriben a honrar al megalómano ni a sus
obsecuentes. La mentira para con aquellos que no se resignan a
negociar su pensamiento libre.
La ambición, aquella que echa por la
borda la más elevada misión del aspirante espiritual, la de
cultivarse para servir a los demás valiéndose de las herramientas
que la Ciencia espiritual nos ofrece.
La ambición de quien se expone al
mundo como portador de "dones" supranaturales, único
artilugio destinado a pretender admiración, importancia personal y
por supuesto: dinero.
Es evidente que la cerrada actitud de
ciertos personajes, ha contibuído a la difamación de los
movimientos espirituales, tachándolos de sectarios, entre otras
cosas.
¡Dios libre y guarde al Dr. Steiner y a
la Antroposofía de cosa semejante! Pues son muchos quienes
legítima, anónima y silenciosamente han bregado por el desarrollo y
capacitación de auténticos trabajadores de la salud y de la
educación, recibiendo a cambio el vibrar de un alma agradecida. Y
eso, ya nos vuelve ricos...
(*).Reseña obtenida de la Circular de la
Sección médica del Goetheanum. 1996.
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