De la página de Internet del Consejo de Pedagogía Curativa y Terapia Social. (www.khsdornach.org)
El pedagogo curativo y el terapeuta social antroposófico trabajan con el conocimiento de la existencia de una esencia espiritual en el niño y en sí mismo; él sabe del diálogo que llevan ambos en secreto.
Este conocimiento no es ningún “saber” en el sentido común, sino que se inspira en la tendencia de una cuidadosa pero continua búsqueda e investigación.
De acuerdo a la manera como cada ser humano tiene la posibilidad de desarrollarse, cada persona adquiere una o más habilidades. Es especialmente en esto donde trabaja la Terapia Social, en los talentos e intereses que se cristalizan en el transcurso del desarrollo como adulto, que deben ser canalizados y fortalecidos. La eficiencia de una persona no sólo abarca su actividad laboral sino que también se extiende hacia lo que esta pueda despertar en otras personas. En la Pedagogía Curativa confluyen esfuerzos médico-terapéuticos, pedagógico-curativos y sociales. Estas formas sociales específicas y de orientación no tradicional para la educación y terapia de niños y adultos, -a quienes Rudolf Steiner llamó “necesitados de cuidados anímicos”-, deben proporcionar tanto al niño y adulto como también al pedagogo y terapeuta, suficiente espacio y soberanía para el trabajo mutuo.
Aparte de esto el trabajo pedagógico curativo y social terapéutico tiene a menudo una silenciosa pero significativa relación con la realidad. En una creciente limitación del margen de la “normalidad” y sobre todo “funcionalidad” salta a la vista la persona impedida, ella “molesta” y es excluida. Esta actitud de rechazo subestima el aporte esencial de las personas especiales o con perturbaciones en el desarrollo social, aporte que sólo puede ser útil cuando sea reconocido. Algunos padres de familia dan testimonio de esto, ellos cuentan sobre el efecto de su hijo especial sobre toda la familia, y del propio camino que ellos superaron en el esfuerzo por entender y ayudar a su propio hijo. En general entre la sociedad y las enfermedades o discapacidades existen relaciones que no saltan a primera vista. Así se encuentra, sólo para nombrar una, la de algunos problemas de desarrollo como fenómenos de la vida social (por lo menos en las ciudades industrializadas), que se reflejan en los niños. Así que no es difícil encontrar muchas tendencias de hiperactividad en la sociedad de hoy. El encontrar para estos niños espacios de vida y desarrollo requiere un trabajo, el cual representa lograr una aspiración urgentemente necesitada por la sociedad y la cultura contemporánea.
Bernhard Schmalenbach.
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