Lo que nos dicen.
A menudo descubrimos que “ellos” son nuestros maestros. Ponen en evidencia nuestras dificultades de
desarrollo anímico. A veces nos encuentran deprimidos, frustrados o sumidos en nuestros pensamientos. Si lo vemos con la debida perspectiva, que sólo la autocompasión nos permite tomar, advertimos que nuestro crecimiento en años, no siempre ha sido acompañado por una madurez uniforme. Descubrimos además, que nuestro pensar es una actividad que llega a eclipsar los sentimientos, los suprime en demasía. Otras veces los altera, y la agitación se hace evidente en la voluntad.
Hay un momento mágico que se nos brinda como una efímera brecha en la que las miradas se encuentran, pero estas cosas en general se desestiman pues no son científicas o bien porque no se sabe qué misterio vive allí.
Nuestro trabajo y convivencia con las personas especiales, implica que nuestro servicio sea aquello que nace en nuestra alma, no nace “ahí” afuera, nos valemos de un método, pero no "somos" el método.
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